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Ecuador - Quito
Por: Natalya Sierra El debate presidencial fue una repetición de la práctica de violencia propia del mundo dominado por la masculinidad patriarcal. Un grupo de hombres que competían por mostrar quién es el más apto para dirigir el estado (léase el más macho, el más dominante, el que tiene derecho a llevarse el privilegio del poder político). Ni las mejores teorías feministas, ni los discursos políticos feministas, ni mi propia experiencia como mujer me revelaron con tanta claridad la lógica de la dominación masculina, como la obra de danza Enter Achilles del grupo DV8. El arte tiene el don de mostrar desde la belleza las peores pulsiones humanas que definen todo sistema de dominación, y tocar más que nuestra consciencia nuestro cuerpo sintiente. Recuerdo que, al acabar de contemplar esa bellísima obra, primero sentí mucha tristeza e inmediatamente indignación, al darme cuenta que en el juego de la competencia masculina, las mujeres somos el pretexto objetivado para que los hombres compitan por mostrarse, no a nosotras, sino entre ellos quién es el más fuerte, el más macho, el más violento, el que se llevará el privilegio de la dominación. El recurso estético para mostrar esta complicidad de la dominación masculina cerrada en sí misma era la presencia, no de una mujer sino de unan muñeca inflable a la cual los machos golpeaban, maltrataban, insultaban y violaban para mostrarse machos frente a los otros machos. La presencia de la muñeca inflable y no de una mujer real mostraba que, en el mundo de la dominación masculina, la mujer solo es un pretexto para que los hombres se muestren el amor y el odio que sienten, unos por otros, en su juego competitivo por el control de su mundo y sus privilegios. Comprendí que sus rituales masculinos de fuerza y violencia no son para mostrarse ante las mujeres, sino ante ellos mismos en una suerte de autoreferencialidad falocéntrica del mundo masculino. No interactúan con la mujer, interactúan entre ellos con la mediación subyugada de lo femenino, simplemente, las mujeres no existimos en ese universo de dominación y competencia y sin embargo somos las víctimas de ese perverso juego de violencia machista. El debate presidencial fue una repetición más de esta práctica de violencia propia del mundo dominado por la masculinidad patriarcal. Un grupo de hombres que competían por mostrar quién es el más apto para dirigir el estado (léase el más macho, el más dominante, el que tiene derecho a llevarse el privilegio del poder político). La sociedad a la que aludían de manera retórica es la muñeca inflable, un pretexto para realizar su ritual de poder y violencia política. Sentí que, en ese ritual masculino de la política estatal, la sociedad realmente no importa, está allí para que los machos candidatos desplieguen su violencia y poder, para que ostenten su fuerza entre ellos mismos y así, más allá de sus peleas y confrontaciones, afirmen la dominación masculina del Estado frente a la sociedad. Cuando acabó el debate presidencial, nítidamente un ritual masculino, como parte de la sociedad me sentí como la muñeca inflable golpeada, burlada, estafada, violada en nuestras necesidades, quereres, aspiraciones, esperanzas, angustias y dolores. Hay que decir que la única mujer que estuvo allí, estaba obligada a ser un macho más, que obviamente no alcanzaba a desplegar la violencia de los hombres, sobre todo de los que hacen esfuerzo por ser más violentos, para mostrarse que son machos de verdad; o aquellos que por sus prácticas sociales ya han entrenado su violencia machista dirigiendo grandes empresas financieras, equipos de futbol, dirigiendo el mismo estado al que quieren volver, queriendo parecerse a su macho alfa, etc. También hay que decir que había algunos otros que se quedaron al margen de esta violenta competencia, que no lograron ubicarse en el centro del poder masculino y por eso no son “verdaderos machos” o no son “importantes”, la próxima vez tendrán que mostrar más su masculinidad violenta para que tengan chance en esta competencia, con lo cual alimentarán la dominación masculina. Así como la mujer tiene que decidir liberarse y dejar de ser el pretexto objetivado del ritual masculino con el que se sostiene la dominación machista que nos oprime como mujeres, y nos impide existir autónomamente en relación de equidad con los hombres y no en dependencia y subyugación; así la sociedad tiene que decidir liberarse y dejar de ser el pretexto objetivado del ritual político electoral, con el que se sostiene la dominación patriarcal del estado en contubernio con la dominación capitalista y colonial. Cuando la sociedad, en su diversidad de pueblos y culturas, decida caminar hacia su autonomía política respecto al Estado patriarcal, hacia su autonomía económica respecto al mercado capitalista y hacia su autonomía cultural respecto a la colonización occidental, entonces habremos trazado las coordenadas de un mundo más justo y libre. Fuente: https://rebelion.org/el-ritual-de-la-dominacion-masculina-en-el-debate-presidencial/
Por María Isabel Cordero, Mary Cabrera | 09/12/2020 | Ecuador Fuentes: GK Las autoras le recuerdan a Guillermo Celi, candidato presidencial por SUMA, las obligaciones que tiene un estado laico frente al cumplimiento de los derechos humanos. Señor Celi: Usted se ha definido como binomio provida y defensor de la familia tradicional del Ecuador. Sabemos que eso implica, por ejemplo, ser favorable a que una niña violada y embarazada, producto de esa violación, debe, según usted, de dar a luz obligadamente. Significa también que en su mundo ideal no existen las familias diversas; aquellas en donde dos mujeres crían a sus hijos; unos abuelos a sus nietos o existen las parejas —heterosexuales o no— que deciden no procrear. Si en su imaginario, eso es lo ideal, ¿qué podemos esperar de usted cuando gobierne —si eso llegase a ocurrir— frente a las decisiones que usted tendrá que tomar? Nos preguntamos, además ¿Cuáles son los temas que usted verdaderamente priorizará? ¿Qué es lo que usted no menciona en su plan de gobierno, pero que está tras su bandera de lucha y que pretenderá aplicar en el país en caso de resultar electo? Usted es parte de quienes han tergiversado los derechos humanos, los derechos de las mujeres y eso es contrario al cumplimiento de las atribuciones de quien ostenta la presidencia del Ecuador. Quisiéramos pedirle que lea detenidamente estas letras y que nos responda con total apego a la Constitución y a las normas internacionales; recordando que sería la respuesta de una persona digna de ocupar la Presidencia de la República. Usted habla de la importancia y necesidad de trabajar con niños, niñas y adolescentes por “un futuro prometedor para el país”; se refiere a ellos en futuro, como si ahora estuvieran en una dimensión diferente a la nuestra, o al menos a la suya. Es importante que el presidente del Ecuador conozca la realidad de los niños, niñas y adolescentes. Ellos representan el 35% de la población total, según datos del INEC de 2017, y si espera de ellos un futuro prometedor y productivo, es necesario resolver las dificultades y problemas con las que se enfrentan a diario. Cuatro de cada 10 niños, niñas y adolescentes viven en hogares en situación de pobreza multidimensional. De ellos, los indígenas y afroecuatorianos son los más afectados. Eso implica que, para ellos, acceder a servicios básicos, salud, educación, información, nutrición adecuada, y vivienda es sumamente difícil. En esas condiciones, lo más evidente es el abandono de las aulas. Reemplazan su derecho a la educación para ir a trabajar e intentar sobrevivir. Las cifras lo confirman: 3 de cada 10 adolescentes no terminan el bachillerato, reforzando así el círculo de la pobreza. La realidad de las niñas y de las adolescentes es aún más dura. Ecuador es el segundo país de la región con más alta tasa de embarazo adolescente, 23.809 adolescentes de 15 a 17 años fueron madres y 2.115 niñas de 10 a 14 años dieron a luz en 2016; todas estas niñas se embarazaron producto de violación. Lo más desgarrador es que en el 80% de casos, este delito sucede en el ámbito familiar y es resultado de incesto: son padres, hermanos, primos, tíos y abuelos los que violan a estas niñas y adolescentes y las dejan embarazadas. Esto ocurre en sus hogares, en el sitio en el que más protegidas deberían estar, con las personas que, se supone, deberían cuidarlas. La correlación entre el suicidio adolescente y el embarazo por violación es innegable. Si a eso le añadimos que, entre 2014 y 2017 hubo 919 denuncias por delitos sexuales en el ámbito educativo, concluimos que las niñas no están a salvo ni en su casa ni en su escuela. Sin embargo, lastimosamente, usted insiste que es innecesaria la educación integral en sexualidad en el país. ¿Es indolencia o es desconocimiento? Al leer su plan de gobierno —de 25 hojas y 7 ejes— y al escuchar sus propuestas, es evidente que usted desconoce el rol del estado para implementar políticas educativas, usted no garantiza el cumplimiento de sentencias que el estado ecuatoriano debe cumplir como medida de no repetición en casos de violencia sexual, como la de garantizar “educación integral en sexualidad”. Nos referimos al caso de Paola Guzmán Albarracín, violada por el rector de su colegio, cuando apenas era una niña. El caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el fallo significó un precedente sobre violencia sexual en el ámbito educativo, para la región. Pero usted prefiere evadir la responsabilidad y criminalizar a las mujeres. ¿En el eventual caso de que gane las elecciones, incumpliría entonces el fallo de la Corte? ¿Cómo puede hablar, en su plan de gobierno, de equidad de género como eje transversal de las políticas públicas, si ni siquiera conoce que la realidad de las niñas y de las mujeres está llena de violencias y vulnerabilidades, algunas que traen consecuencias tan dolorosas como el aborto que usted prefiere criminalizar en lugar de entender? También le podríamos contar sobre la violencia cotidiana y totalmente naturalizada que viven los niños, niñas y adolescentes. Según el Observatorio Social del Ecuador, en 2015, 38% de niños, niñas y adolescentes vivieron maltrato extremo violento. Eso quiere decir que casi cuatro de cada diez adolescentes fueron golpes, encerrados, los bañaron de agua fría, los insultaron, recibieron burlas, fueron expulsados del hogar y se les negaron alimentos. En su propuesta de gobierno usted menciona un “plan preventivo antidelicuencial, dirigido a los grupos vulnerables: niños y niñas trabajadores de la calle, trabajadoras sexuales, espacios de aglutinamiento de inmigrantes, grupos de migración internos, para fomentar el respeto hacia ellos mismos y por ende al resto de la población”. ¿Para usted niños y niñas que son obligados por su extrema pobreza a trabajar para subsistir, son delincuentes? De nuevo, ¿prefiere elegir la solución simplista y punitiva, en lugar de dar una respuesta a un problema estructural, la pobreza y la desigualdad? Para aspirar a la presidencia, no basta con declarar el respeto a los derechos humanos sino, estar dispuesto a aplicarlos hasta en aquello que, por su religión o sus creencias personales, le parece alejado de las elecciones que usted haría. El país no es usted. Su realidad no es la de miles de niños, niñas, adolescentes y mujeres en este país. Pero su gobierno tendría también, que estar al servicio de esas poblaciones, comprender sus realidades y sus necesidades. Como Presidente de la República, usted estaría en la obligación de crear un contexto de igualdad de oportunidades. Usted utiliza los derechos humanos en su discurso político como una mera formalidad. Es evidente, por lo que usted ha defendido y las acciones que ha impulsado, que usted es indiferente e indolente al drama y dolor que afecta a niños, niñas, adolescentes y mujeres en el país. Y por eso, usted no merece ser Presidente del Ecuador; su accionar evidencia desconocimiento e irrespeto a las funciones que vienen con la banda presidencial. Para usted la vida de las personas que no comparten sus privilegios es descartable. Usted no es provida, usted es antiderechos. Fuente: https://gk.city/2020/12/07/carta-abierta-guillermo-celi/

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